El asma es una enfermedad pulmonar inflamatoria que aparece cuando se constriñen los músculos que rodean los tejidos del pulmón. A nivel mundial, 300 millones de personas se ven afectadas, mientras que 250 000 personas al año mueren por complicaciones de este problema. El asma puede provocar síntomas como respiración sibilante, tos y falta de aire. Hay ciertos desencadenantes que pueden provocar un ataque de asma de repente, y también puede ser causado por infecciones respiratorias o en ocasiones, alergias. La obesidad, definida por un índice de masa corporal de 30 o más, dobla el riesgo de desarrollar asma, además de otros factores de riesgo que enumeramos más adelante.

También hay un tipo de asma conocido como asma inducida por el ejercicio, la cual aparece con la actividad enérgica. Es interesante señalar que las personas que sufren este tipo de asma no tienen síntomas normalmente a menos que estén haciendo ejercicio.  

El asma se clasifica en cuatro niveles, dependiendo de su frecuencia de síntomas respiratorios:

  • Asma leve
  • Asma intermitente
  • Leve persistente
  • Severa persistente

Los factores de riesgo del asma incluyen:

  • Alergias al polen
  • Historial familiar de asma
  • Sensibilidades alimentarias, incluyendo lácteos, trigo y sulfitos
  • Sensibilidades a elementos químicos, incluyendo colorantes alimentarios y conservantes
  • Uso de tabaco o exposición como fumador pasivo
  • Ancestros africanos
  • Ancestros latinos
  • Sobrepeso u obesidad
  • Exposición a la contaminación del aire
  • Reflujo de ácido

Cómo evitarla:

Se ha demostrado que la exposición temprana a animales, como los perros y los gatos, reduce el riesgo de desarrollar asma de niño o como adulto. De forma inversa, la falta de exposición infantil a ellos podría incrementar el riesgo, requiriendo que se evite esta exposición más tarde. Un estudio de 2018 mostró que los niños a los que se recetó antibióticos durante su primer año de vida tenían un mayor riesgo de desarrollar asma, debido probablemente a la destrucción de las bacterias benéficas de la flora intestinal.

Si tienes asma, haz todo lo posible para evitar los desencadenantes que empeoran los síntomas. Podría ser útil tener un diario que documente los ataques de asma para identificar sus causas y patrones.

Tratamiento convencional:

Además de evitar los desencadenantes, el tratamiento con medicamentos con receta es el pilar de la terapia convencional contra el asma. En muchos casos, estos medicamentos pueden salvar la vida y es importante tenerlos a mano para usarlos rápidamente. Los medicamentos comunes incluyen los siguientes:

Beta agonistas: esta clase de medicamentos incluye albuterol/salbutamol (Proair, Ventolin) o levalbuterol (Xopenex) y se utilizan con frecuencia como inhalador o con una máquina nebulizadora para tratar ataques agudos.  Las medicinas de esta clase se consideran "medicinas de rescate", y si se utilizan más de dos veces a la semana, se aconseja un inhalador de esteroides.

Inhaladores de esteroides: esta clase de medicamentos se utiliza como mantenimiento y como prevención de los ataques de asma. Por ejemplo, aquí se incluyen los inhaladores de beclometasona y de fluticasona. Hay que aclarar la boca antes de inhalar esta medicación para evitar una infección oral de hongos llamada candidiasis.

Inhibidores de leucotrienos: este tipo de medicamento incluye una medicina llamada montelukast (Singulair). Estas medicinas inhiben una sustancia que los médicos llaman leucotrieno. Este elemento químico provoca inflamación y restricción de las vías respiratorias, además de congestión.  

Esteroides orales: usados para ayudar durante los ataques agudos. Aunque a veces es necesario, los esteroides orales deberían utilizarse con la menor frecuencia posible, ya que su uso frecuente aumenta el riesgo de osteoporosis y úlceras de estómago.

Prevención del asma

Las terapias alternativas para el asma incluyen:

Filtros HEPA: si uno de los desencadenantes es la alergia al polen y la caspa animal, piensa en utilizar un filtro de Aire de Partículas de Alta Eficiencia (HEPA, por sus siglas en inglés) y colócalo en el dormitorio o la sala de estar.

Yoga: aunque es conocido por sus ventajas psicológicas y de movilidad, el yoga también puede equiparnos con ejercicios de respiración y estrategias para ayudar a evitar los ataques de asma.

Nutrición:

Una dieta rica en plantas y verduras es antiinflamatoria, mientras que una dieta consistente en alimentos azucarados y procesados crea inflamación, incluyendo la irritación y la inflamación de los pulmones. Con abundancia de frutas, verduras y  ácidos grasos omega-3, la dieta mediterránea ha demostrado ser útil para reducir el riesgo de asma, según un estudio de 2015 en Lung (Pulmón).

Quienes tengan asma deberían considerar una prueba de eliminación de dos a cuatro semanas que omita de forma intermitente el trigo, los lácteos o los alimentos con sulfitos (frutos secos, vinos, etc.), ya que estas sustancias pueden activar los síntomas del asma en individuos susceptibles. Según el Dr. Alan Gaby en Nutrition Medicine, otros desencadenantes pueden ser el glutamato monosódico (MSG), los ácidos grasos trans, la aspirina, el benzoato de sodio (un buen conservante) y el colorante alimentario tartrazina.

En todos los alimentos diarios hay multitud de azúcares y de sirope de maíz con mucha fructosa. Un estudio de 2017 en mujeres embarazadas mostró que las madres que consumían los mayores niveles de azúcar durante el embarazo tenían más probabilidad de tener hijos con asma. Además, hay pruebas de que el consumo excesivo de sirope de maíz alto en fructosa de los niños de dos a nueve años, incrementa su riesgo de sufrir asma. Este edulcorante se encuentra en muchos alimentos comunes, zumos de frutas y bebidas carbonatadas, ¡lea siempre las etiquetas!

Enfoques naturales hacia el asma

Probióticos: un microbioma intestinal saludable es esencial para tener un sistema inmunitario fuerte. Un estudio de 2015 del Journal of Allergy and Clinical Immunology (Diario de alergias e inmunología clínica) demostró que la diversidad bacteriana del intestino es una parte importante para prevenir los síntomas del asma y las alergias. La bacteria del ácido láctico llamada lactobacilo tiene un papel importante, lo cual es evidente por el hecho de que los niños nacidos por cesárea tienen un mayor riesgo de asma comparados con quienes atraviesan el canal del parto (donde es abundante el lactobacilo). Los estudios del asma con animales apoyan los beneficios de los probióticos en la prevención del asma. Se están llevando a cabo más estudios con humanos.

Magnesio: el magnesio es el relajante muscular de la naturaleza y un mineral importante y "cofactor" de las enzimas que está relacionado con más de 350 reacciones químicas en el cuerpo humano. Una ingesta adecuada de alimentos ricos en magnesio, como las verduras de hoja verde, es esencial. Con frecuencia, la dieta no es suficiente y se requiere un complemento.

Ciertos medicamentos incrementan el riesgo de tener una deficiencia de magnesio. Estos medicamentos incluyen los reductores de ácido (p. ej., el omeprazol, el pantoprazol, la ranitidina) y las pastillas diuréticas (p. ej., furosemida, triamtereno, hidroclorotiazida).

Un estudio de 2016 en Pulmonary Medicine (Medicina pulmonar) demostró que quienes tenían niveles inferiores de magnesio en la sangre tenían más probabilidad de tener síntomas de asma severa. Cuando hablamos de tratar el asma, el magnesio se utiliza de formas diferentes. Durante un ataque agudo de asma, los médicos utilizan con frecuencia magnesio intravenoso (IV). En un estudio de 2018 de Italia, se afirmaba que el magnesio por vía intravenosa podría ayudar a los niños con ataques de asma, mientras que un estudio de 2017 de Cochrane Database también sugirió que la inhalación de magnesio utilizando un nebulizador podría añadir beneficios a los pacientes hospitalizados que ya están siendo tratados con terapia convencional como el albuterol. No obstante, un estudio realizado en 2018 con niños de seis meses a cuatro años no mostró ventajas significativas en el magnesio inhalado. En 1997, otro estudio mostró que tomar 400 mg de magnesio oralmente reducía el uso de medicación para el asma comparado con quienes usaron un placebo.

Aceite de pescado: Los ácidos grasos esenciales omega-3 constan principalmente de ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA), que son importantes para que el cuerpo funcione a niveles óptimos. Un estudio de 2014 en Nutrition Journal (Diario de nutrición) mostró que la mayoría de los estadounidenses no consumen suficientes ácidos esenciales omega-3, los cuales se pueden encontrar en diversas fuentes alimentarias, incluyendo el pescado (la caballa, el bacalao y el salmón se encuentran entre los más ricos en estos ácidos), nueces, semillas de chía, semillas de linaza, semillas de cáñamo y nattō.

Un estudio de 2017 sugirió que suplementarse con aceite de pescado durante el embarazo podría reducir los síntomas de asma en los niños. En 2018, un estudio publicado en Pediatric Allergy and Immunology concluyó que “introducir el pescado pronto al niño (6-9 meses) y un consumo regular de todo tipo de pescado (al menos una vez a la semana) reduce el asma y las dificultades respiratorias en los niños de hasta cuatro años y medio, mientras que tomar pescados grasos podría ser beneficioso para los niños mayores”.

Por último, un estudio de 2016 en Nutrition Research Reviews (Reseñas de investigación nutricional) concluyó que suplementarse con aceite de pescado omega-3 podría ser benéfico para el asma.

Dosis recomendada: 1000 mg una o dos veces al día.

Vitamina D: miles de estudios en la última década muestran beneficios para la salud cuando se optimiza la ingesta de vitamina D. Estos estudios nos dicen que quienes tengan niveles más altos de vitamina D en la sangre tienen un riesgo más bajo de enfermedades crónicas, incluyendo asma.  

En mi consulta médica del sur de California, un lugar donde tenemos cielos soleados más de 300 días al año, cuatro de cada cinco de mis pacientes han tenido una deficiencia clínica de vitamina D. La razón de esta deficiencia común es que pocas personas pasan los 15 o 20 minutos requeridos cada día a la luz del sol, dejando que su rostro, brazos y piernas estén expuestos a la luz ultravioleta. Hasta el 90 por ciento de personas de todo el mundo tienen deficiencia de esta vitamina.  

Un estudio de 2017 mostró que las mujeres embarazadas que se suplementan con vitamina D tenían hijos que tenían la mitad de probabilidades de tener síntomas relacionados con el asma.  Las mujeres embarazadas deberían asegurarse de obtener la cantidad adecuada de vitamina D. La mayoría de embarazadas necesitan 2000-5000 UI diariamente. Consulta con tu médico antes de tomar suplementos.

La ingesta de vitamina D también afecta al asma entre los adultos, según un estudio de 2016 en Pulmonary Medicine. Mostró que los adultos, tanto hombres como mujeres, con menores niveles de vitamina D en la sangre, tenían más probabilidades de tener síntomas severos de asma.

Dosis recomendada: De 1000 a 5000 UI al día.

Folacina: la palabra folacina viene de "follaje", término que describe las plantas verdes. Tomar regularmente verduras puede ayudar a asegurar niveles adecuados de folacina en el cuerpo. Un estudio de 2016 con 582 niños en Puerto Rico mostró que los niños con niveles más bajos de folacina en la sangre tenían un riesgo mayor de ataques de asma comparados con los que tenían los niveles más altos.  

Dosis recomendada: Se podría considerar una multivitamina o vitamina masticable para niños con folacina.

L-carnitina: la L-carnitina es un importante componente del cuerpo humano necesario para el metabolismo. Cerca de una de cada 350 personas no puede sintetizarla. No obstante, entre quienes lo hacen, algunos pueden tener necesidades más altas de lo que puede crear su cuerpo. Un estudio de 2009 mostró que los niños con ataques de asma tenían niveles inferiores de L-carnitina en la sangre comparados con quienes tenían asma estable. No se examinaron niños saludables en este estudio.

Con unos resultados similares, un estudio de 2012 en Journal of Allergy incluyó 50 niños con asma moderada y 50 niños sin asma. Los que tenían asma tenían niveles menores en la sangre de L-carnitina comparados con los niños sanos. El estudio también indicó que los niños con asma mejoraban cuando recibían suplementos de L-carnitina.

Dosis recomendada: Según indica el prospecto.

Resumen

El asma puede ser un desafío para quienes lo sufren. Es importante evitar los desencadenantes para asegurarse de que los pulmones trabajan de forma saludable. Deberíamos prestar atención a cosas que puedan empeorar el asma. Los medicamentos con receta son salvavidas para muchas personas con asma, pero también se podrían considerar cambios dietéticos y suplementos para quienes necesiten ayuda adicional con el control del asma. Consulta con tu médico antes de dejar de tomar cualquier medicamento recetado para el asma.

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